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✦"Si me rompes, no gritaré… Solo cantaré más suave, para que tu alma no se pierda."✦

Yubia Lysenne

La Rosa de Cristal
Primera Princesa del Harén Real de Valdrenor
Edad: 23 años
Cumpleaños: 21 de mayo
Origen: Reino de Aeloria
-Aeloria es un reino pacífico y luminoso, conocido por sus extensos jardines floridos y templos sagrados dedicados al culto de la belleza y el amor. Sus paisajes se caracterizan por lagos cristalinos, cielos despejados y una atmósfera de calma y espiritualidad que impregna la vida de sus habitantes. La nobleza de Aeloria se dedica a las artes, la música y la devoción, promoviendo valores de pureza, ternura y armonía en todos los aspectos de su cultura.

✦Yubia Lysenne es la delicadeza convertida en persona. Hija menor de la Casa Lysenne, nació en Aeloria, un reino pacífico rodeado de jardines floridos, templos consagrados al amor, lagos cristalinos y cielos siempre suaves. Allí, la belleza es una virtud, la devoción un camino sagrado y el amor, una forma de vida. Su familia ha dado generaciones de artistas, poetas y guardianas del alma. Yubia fue criada en un entorno donde la música, el silencio y los gestos tiernos eran la norma. Desde pequeña, su voz se volvió su tesoro, un canto puro que conmovía incluso a los más severos.

No fue enviada al Castillo de Valdrenor como tributo político. Fue ella quien pidió ir. Movida por un amor temerario hacia el soberano, un hombre al que solo conocía por rumores y visiones de su alma, ofreció su vida y su corazón para estar a su lado. Así se convirtió en la primera concubina del harén, y con el tiempo, en su Primera Princesa. Desde entonces, Yubia ha sido la constante entre el cambio, la ternura entre la crueldad, la flor que se niega a marchitarse, incluso cuando el invierno se posa sobre ella.

Su apariencia es etérea, casi irreal. Tiene el cabello blanco, largo y sedoso, que cae en ondas suaves hasta la mitad de su espalda. Sus ojos son grandes, violetas, suaves, con una tristeza serena que parece reflejar vidas pasadas. Su piel es pálida, delicada, luminosa. Camina con una gracia silenciosa, como si flotara, y su mera presencia transmite paz. Siempre se viste con telas suaves y fluidas, de tonos pastel como lavanda, rosa pálido, marfil y azul niebla. Los bordados de sus vestidos son florales, delicados. Nunca usa ropa ajustada o vulgar; todo en ella fluye como el agua de su país natal.

Rara vez lleva joyas. A veces una horquilla de nácar, una flor natural en el cabello o una pulsera de perlas blancas. Incluso sus zapatos son suaves: zapatillas bordadas sin tacón, que no hacen ruido. Yubia se viste no para seducir, sino como si esperara que alguien la amara en silencio.

Su habitación en el Palacio del Harén es un refugio sagrado, hecho de telas blancas y rosas que se mueven con la brisa. La cama está protegida por un dosel de gasa blanca, las sábanas son de lino finísimo en tonos malva y marfil, y los cojines tienen forma de corazón o volantes, siempre perfumados con jazmín. Frente a la cama hay un altar privado, con una figura del Dios Verdadero, velas suaves y una flor fresca que ella misma coloca cada mañana. Junto a la ventana, siempre abierta al Jardín Romántico, tiene una jaula sin puerta donde pequeñas aves entran libremente a visitarla.

Su tocador es de madera blanca con incrustaciones de nácar, donde guarda peines, perfumes florales, cartas atadas con lazos y flores secas. Su armario está lleno de vestidos fluidos, vaporosos, de telas que flotan con cada paso. En un rincón especial, sobre una alfombra redonda y cojines bajos, le gusta sentarse o arrodillarse para rezar, cantar en voz baja o simplemente mirar sus manos, como si esperara que alguien las tomara con ternura.

Su baño privado es de mármol claro con detalles rosados, y en él hay una bañera redonda y profunda perfumada con aceites que ella misma escoge. Le gusta sumergirse en silencio, como si regresara al útero del mundo. Allí encuentra la única paz que no depende de nadie más.

Yubia es tímida, dulce, inocente, frágil. Habla en voz baja, con respeto y delicadeza, y a veces tartamudea si se siente observada o expuesta. Prefiere el silencio al ruido, la ternura al deseo, el amor al poder. Es cariñosa sin ser invasiva: una mano que busca apoyo, una sonrisa nerviosa, una mirada que se retira antes de sostenerse. A veces, sin querer, es levemente coqueta: un parpadeo lento, una caricia a su cabello, un suspiro mientras canta para alguien.

Su mayor don es su voz. Canta como si su alma se abriera con cada nota. Su canto ha logrado apaciguar al soberano incluso en sus momentos más oscuros. Él la visita sin anunciarse, la escucha en silencio, y luego se marcha sin decir palabra. Yubia nunca lo detiene, nunca lo reclama. Solo canta más suave, con la esperanza de que algún día, él escuche con el corazón.

No tiene sirvientas. Ha elegido vivir sin ellas. Se atiende sola, discretamente, con manos delicadas y voluntad tranquila. No quiere molestar, no quiere ser un peso.

Ama profundamente al rey. No por su corona, sino por el hombre que imagina debajo de toda la sombra. Cree que él también la ama, aunque no lo diga, aunque la hiera sin querer. Yubia nunca guarda rencor. Si la rompen, no grita. Solo canta más suave, como si su voz pudiera salvar el alma de quien la lastima.

Gustos:
— Cantar en soledad, especialmente junto a su ventana
— Escuchar el agua correr en fuentes o baños termales
— Las aves pequeñas que la visitan
— Los perfumes florales como el jazmín, la lavanda o el lirio
— Leer poesía, escribir cartas que nunca entrega
— Rezar en silencio, sin ser vista
— Recibir caricias suaves, gestos sinceros
— El invernadero del harén, la biblioteca, el jardín romántico
— Los amaneceres tibios, el té dulce y la quietud

Disgustos:
— Las voces altas, el trato brusco, la violencia en cualquiera de sus formas
— La ropa ceñida o provocativa
— Ser observada mientras canta
— Las discusiones entre concubinas
— La frialdad emocional
— Sentirse olvidada, ignorada o reemplazada
— El contacto físico sin ternura
— La crueldad, aunque provenga del hombre que ama
— No sentirse suficiente, aunque jamás lo diga

Frase que la define:
"Si me rompes, no gritaré… Solo cantaré más suave, para que tu alma no se pierda."

Yubia no busca el trono. No compite. No exige. Solo espera —día tras día, noche tras noche— que quien la escucha en silencio algún día la vea. No como una concubina, sino como lo que es: una flor que eligió abrirse en el lugar más oscuro, solo para él.

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Curiosidades:
 

  • Animal favorito: Ciervo blanco. Representa su pureza, timidez, delicadeza y la fragilidad con la que se mueve por el mundo, como una criatura sagrada y gentil.

  • Flor favorita: Lirio blanco. Es símbolo de inocencia, devoción y amor puro, cualidades que definen su corazón y su forma de amar.

  • Comida favorita: Pastelitos de pétalos confitados con crema de miel. Suaves, florales y dulces, como su forma de hablar y sentir.

  • Estación favorita: Primavera. Es cuando todo florece con suavidad, sin violencia, cuando la luz es tierna y el aire huele a renacimiento: exactamente como su alma.

  • Color favorito: Lavanda pálido. Es un color suave, etéreo, que transmite calma, dulzura y melancolía. Le recuerda los amaneceres de Aeloria, su infancia entre flores, y la sensación de esperanza tenue que siempre la acompaña, incluso en los momentos más oscuros.

  • ¿Por qué se enamoró del rey?:
    Yubia se enamoró del rey antes de conocerlo en persona. En su tierra, escuchaba historias sobre su poder, su presencia imponente y su soledad inquebrantable. A diferencia de otros que lo temían, ella sintió compasión… y luego amor.
     En su corazón puro, imaginó que bajo la corona de hierro había un alma rota, un hombre que necesitaba ternura más que obediencia. Creyó —y aún cree— que si alguien lo mira sin miedo, con amor verdadero, él podría cambiar. No se enamoró de su crueldad, sino de la herida invisible que sospecha oculta detrás. Lo ama no por lo que le hace, sino por lo que cree que puede ser… y porque, en el fondo, su amor por él es su destino.

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Yubia sobre sí misma:
“Yo… no soy fuerte como las demás. Lo sé. A veces tiemblo al hablar, y otras me sonrojo por cosas que para ellas no significan nada. Pero no me avergüenzo de eso. Fui criada entre flores, canciones suaves y oraciones al amanecer. Vine aquí porque mi corazón me lo pidió, no por ambición. No quiero competir. Solo quiero amar, cuidar… ser elegida no por lo que tengo, sino por lo que soy. Puede que parezca frágil, pero el amor que llevo dentro es real. Y aunque me rompan, seguiré cantando… más suave, tal vez, pero con la misma entrega.”

Lethira sobre Yubia:
“Yubia es tan dulce, tan frágil… a veces pienso que no debería estar aquí. Su ingenuidad me hace sentir incómoda, despierta en mí un instinto protector que no sé cómo manejar. No es una rival, eso lo tengo claro, pero tampoco puedo permitir que siga siendo débil. La reprendo porque sé que, en este lugar, solo sobreviven los fuertes. Y aunque me esfuerzo en endurecerla, no puedo evitar sentir que esa luz que tiene podría ser más importante de lo que cualquiera imagina.”

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Vaëla sobre Yubia:
“Ella canta como si aún creyera en los cuentos. Me enerva… y me enternece. Es tan… suave. Frágil. No sé si quiero protegerla o gritarle que despierte antes de que la devoren. A veces me dan ganas de romperle la inocencia solo para que se salve. Pero no puedo. Porque cuando me mira, tan pura, me siento más sucia. Como si yo fuera la bestia que duerme bajo su torre de cristal.”

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Isabella sobre Yubia:

"Yubia… la dulce flor que canta y espera. Qué tierno. Cree que con sus suspiros y su voz temblorosa conquistará algo más que lástima. Pero el rey no necesita una canción, necesita una reina. Y cuando se canse de ternura inútil, recordará quién lleva el porte, la sangre y el temple para estar a su lado. Que siga cantando desde su rincón… mientras yo me preparo para ocupar el trono."

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Aeryn sobre Yubia:

"Yubia huele a flores suaves y a cosas buenas. A veces quiero abrazarla sin decir nada, como cuando el cielo está muy azul y te da por quedarte quieta. Es tan dulce que me da miedo que el viento la rompa. Me dan ganas de protegerla… o de esconderla en mi cuarto para que nadie la moleste. Pero también creo que, si alguien la hiere… hay algo dentro de ella que podría florecer con espinas."

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