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✦"Una princesa nace, se perfecciona… y yo simplemente nací perfecta."✦

Isabella de Nivellian

La Rosa Noble
Cuarta Princesa del Harén Real de Valdrenor
Edad: 25 años
Cumpleaños: 17 de abril
Origen: Reino de Nivellian
-Nivellian es un reino orgulloso y antiguo, conocido por su nobleza estricta y tradiciones inquebrantables. Sus ciudades están llenas de arquitectura clásica, con palacios y mansiones que reflejan la opulencia y el buen gusto de su aristocracia. La sociedad nivelliana gira en torno al protocolo, la etiqueta y las apariencias, donde cada gesto y palabra están cuidadosamente calculados para mantener la imagen de perfección. El clima es templado, ideal para jardines ornamentales y parques bien cuidados que embellecen sus plazas y avenidas. En Nivellian, la nobleza es todo, y cualquier desviación del decoro es vista como una debilidad o una falta grave.

✦Isabella es la flor más pulida del Reino de Nivellian, una tierra donde la nobleza se mide por la perfección, el linaje y la gracia en cada movimiento. Criada en un entorno de estrictos protocolos, arte refinado y disciplina estética, Isabella fue educada desde la cuna para ser la encarnación misma de la princesa ideal. A diferencia de otras candidatas que llegaron al harén por política o deseo, Isabella vino por destino. Para ella, el trono no es una conquista: es su derecho natural.

Vanidosa, egocéntrica y de carácter perfeccionista, Isabella no soporta el caos ni la mediocridad. Cree firmemente que su imagen debe ser adorada, su presencia celebrada y su opinión acatada. Cada paso que da está milimétricamente calculado para ser impecable; cada sonrisa es un gesto de superioridad envuelto en cortesía. No admite errores, ni en sí misma ni en los demás. Su mirada azul es un juicio constante, y sus palabras, dulces en apariencia, a menudo llevan cuchillas de hielo.

No tolera compartir protagonismo. Compite con las otras princesas con una elegancia implacable: siempre diplomática, jamás abiertamente cruel… pero ninguna recibe un elogio suyo sin haberlo sudado. Isabella considera a las demás inferiores, aunque en secreto se obsesiona con superarlas. Para ella, el rey no es solo un hombre: es el único ser digno de su altura. Lo desea no como amante, sino como consorte ideal. Detesta que él no se someta a su encanto, pero se niega a rendirse.

Su belleza es clásica: cabello rubio perfecto, piel de porcelana, ojos azul hielo que rara vez parpadean sin intención. Viste siempre con elegancia estudiada: colores suaves como blanco, azul cielo, rosa empolvado o dorado pálido, y joyas finas que gritan clase sin ostentación vulgar.

Su dormitorio parece una pintura renacentista: todo es simétrico, ordenado, limpio hasta lo irreal. Desde los retratos suyos enmarcados por molduras doradas, hasta el dosel rojo imperial de su cama sobre una tarima elevada. En su tocador, los perfumes y cosméticos están alineados como soldados en desfile. En su armario, los vestidos están clasificados por evento y decorados con etiquetas bordadas con su nombre. Hasta las muñecas de porcelana que decoran una repisa están organizadas según su estado de ánimo. Nada está fuera de lugar. Nada se mueve sin su aprobación.

Posee el séquito más numeroso del harén. Doce asistentes personales cuidan cada detalle de su cuerpo, ropa, alimentación y presencia. No por necesidad —pues Isabella dice saber cómo hacer todo por sí misma, aun si no tiene idea— sino porque considera indigno rebajarse a tareas menores. Sus sirvientes son tratadas con cortesía distante, pero saben que un mínimo error puede costarles el puesto… o el exilio.

Gustos:

  • Ser el centro de atención en cualquier lugar que pise.

  • La perfección estética: su imagen, su habitación, su ropa, todo debe ser impecable.

  • Las joyas valiosas, que transmiten estatus sin gritarlo.

  • Los elogios sinceros (o que parezcan sinceros).

  • La sensación de ser admirada en silencio.

  • Las ceremonias, las recepciones, y todo evento donde pueda brillar sin rival.

Disgustos:

  • Las concubinas que no cuidan su imagen o protocolo.

  • Las expresiones de afecto demasiado vulgares o emocionales.

  • Ser ignorada, interrumpida o no tenida en cuenta.

  • El desorden, la improvisación y la falta de control.

  • El rey cuando no la elige (aunque jamás lo admitirá).

  • Que alguien más reciba elogios que considera propios.

Frase que la define:
"Una princesa nace, se perfecciona… y yo simplemente nací perfecta."

Isabella no duda de su superioridad. Su existencia es, según ella, la culminación de generaciones de sangre noble, cultura y refinamiento. No se ve como una simple mujer en un harén, sino como la imagen viva de la realeza hecha carne. No desea ser amada: desea ser reconocida como la perfección encarnada. Y si no lo es… hará todo lo necesario para que lo parezca.

Curiosidad:
 

  • Color favorito: Azul, un tono frío y sereno que refleja su control y sofisticación.

  • Animal favorito: Caniches, pequeños, elegantes y siempre bien cuidados, como ella misma prefiere su imagen.

  • Flor favorita: Hortensias azules, símbolo de nobleza, abundancia y perfección estética.

  • Comida favorita: Pasteles finos de almendra y limón, delicados y elaborados, ideales para un paladar exigente.

  • Estación favorita: Primavera, cuando todo florece y el mundo renace en colores y elegancia, justo como ella quiere ser vista.

  • Intenciones y sentimientos hacia el rey: Isabella desea al rey no solo como amante sino como consorte ideal que eleve aún más su estatus y poder. Su amor es estratégico, mezcla de admiración y ambición, y está dispuesta a competir y manipular para asegurarse un lugar privilegiado a su lado.

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Isabella sobre sí misma:

"No necesito justificar mi presencia en este palacio. Nací princesa, y perfeccioné el arte de serlo. Cada paso que doy es impecable, cada palabra medida, cada gesto calculado para recordar a todos quién soy. No me rebajo a estrategias vulgares ni a lágrimas patéticas. Yo no susurro… yo impongo. No vine a cantar ni a seducir. Vine a ocupar el lugar que me corresponde. El rey, el trono, la corona… todo eso me pertenece por derecho y por mérito. Y cuando él lo comprenda, cuando vea más allá del deseo y la debilidad… me elegirá. Porque entre todas las flores de este harén, yo no solo soy la más bella sino también soy la más digna."

Yubia sobre Isabella:

"La princesa Isabella... es tan hermosa como un retrato, y tan fría como el mármol sobre el que posa. Siempre parece perfecta, como si el viento ni se atreviera a tocar su cabello. A veces me mira como si yo fuera una mancha en su espejo… pero no me molesta. Yo no compito. Solo me duele pensar que tal vez el rey se siente más atraído por ese tipo de perfección... que por alguien como yo."

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Lethira sobre Isabella:

"Isabella cree que el mundo gira alrededor de su reflejo. Qué adorable. Piensa que perfección es poder… cuando en realidad, es rigidez. Una estatua puede ser bella, sí, pero no seduce, no se adapta, no sobrevive. La respeto como se respeta a un rival predecible: se le reconoce el esfuerzo… y se le deja caer sola cuando el juego verdadero comienza."

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Vaëla sobre Isabella:

"La muñeca coronada. Todo en ella está calculado, pulido, bendecido por siglos de protocolo. Pero que nadie se equivoque: Isabella puede ser cruel. Su lengua corta más que muchas espadas. Y no, no me asusta… pero no la subestimo. Detesta que yo no le rinda pleitesía. Yo detesto que respire como si el trono ya fuera suyo. Tal vez algún día la haré tropezar… solo para ver si su corona suena cuando cae."

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Aeryn sobre Isabella:

"Isabella… uff. Es como una muñeca que se cree reina del mundo. Siempre perfecta, siempre derechita, como si respirara con compás. Me regaña con la mirada cada vez que me ensucio las manos o me río fuerte. Pero sé que le encantaría ser libre como yo. No lo diría jamás, pero a veces me mira como si tuviera envidia… y eso me hace querer despeinarla solo para ver qué pasa, probablemente me mate a gritos si tratara de intentarlo."

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